Venía planeando entrar a un centro de rehabilitación de nuevo, el pedo es que no contaba con dinero

Honestamente  no quería entrar a un anexo porque he escuchado historias que están de la verga. Quien va a querer entrar a un lugar por propia voluntad  donde te amarren, te hinquen sobre corcholatas, te bañen con agua fría a las seis de la mañana, te golpeen, te insulten, te humillen, te sobajen, te den comida de la peor calidad, etc.

Quería internarme en una clínica como en la que había estado, pero ahora sí tres meses, chingue su madre. O incluso en una clínica de menor calidad pero que no fuera un anexo. Le comentaba a mi familia, pero como que no los veía muy convencidos. A pesar de que me conocían a fondo, no creían o no aceptaban que tenían a un alcohólico en su núcleo. Necesitaba la ayuda inmediatamente. Las dos razones que me motivaron a internarme,  son tener pareja, y hacerla sobrio en ese pedo del stand up. Pero no me ayudaban, así que seguí con mis presentaciones, tomando de la misma forma,  sintiéndome de la verga cada vez más los días después. Todos mis últimos shows sentí que la armaba muy cabrón, pero la regaba con mis compañeros de comedia. Hacia pendejadas, era yo un borracho de esos que ya no se les toma en cuenta, porque lo que hacen o dicen ya no tiene ningún sentido, como ceros a la izquierda.

Todo lo anterior me hizo anhelar más entrar a un centro de rehabilitación. Era un hecho bien transparente que  no podía con la adicción. Tal vez a las personas normales se le haga una idiotez, una simpleza el no poder controlar mi forma de tomar, tal vez piensen que  hubiera bastado con sólo tres cervezas en cada presentación.  El pedo es que con esa cantidad me entraba una pinche ansiedad de querer tomar y tomar, hasta  encontrar esa sensación inconsciente de cuando era popular, y todo un rockstar de barrio.

Los últimos meses antes de entrar, salí con una chica que conocí en Facebook parejas que sinceramente no me gustaba, pero cuando estaba pedo me satisfacía agasajar con ella porque no tenía otra opción. Nos vimos como 8 ocasiones, las 8 ocasiones bebí, tal vez no tanto pero eso  era suficiente para tener lagunas mentales, para tener problemas de memoria, sentirme mal al otro día y tener que fingir como si nada pasara con mis papas.

Mis papas  sabían que no controlaba  el alcohol.  A la perfección sabían que cuando viajaba a la ciudad de México tomaba. Una vez les tuvo que hablar mi hermana, porque me  auxilió, ya que la policía que hace guardia afuera del metro Indios Verdes, me detuvo por andar en estado inconveniente. Por más que trato de acordarme de muchos detalles, no logro rememorarlos. Estuve a nada de  que me metieran a los separos, afortunadamente  mi hermana me salvó, pero tuvo que dejar una cantidad de dinero.

De las veces que salí con esa chica de Facebook, me iba con ella a la zona de desmadre del pueblo, para buscar con quien tomar, con quien pasar una noche de fiesta. Afortunadamente nunca tuve ningún problema grave,  más que el hecho de darme cuenta que el alcohol no era para mí, que ya no disfrutaba  más que un par de horas, el resto era pura laguna mental, malestar y oportunidad para tener un problema grande.

Un domingo al amanecer crudo, decidí curarme la peda como lo hacía antes, me compré  una botella, me la acabé en unas dos horas, cuando acordé amanecí con una cruda impresionante  en mi cuarto las 4 de la mañana. Me sentí tan culpable, me sentí  triste ver como en la puerta de mi cuarto mí madre había dejado dos botellas de Gatorade, para que su chabelote se hidratara cuando se despertara de la terrible peda que se puso. Esa cruda moral y física me duró unos tres días, sin embargo al pasar dos semanas, estaba buscando la forma de sentirme enfiestado en viernes. Días antes mi madre habló conmigo para manifestarme su apoyo de entrar a una clínica de rehabilitación. Me di a la tarea de investigar, de buscar alguna clínica que embonara con cierto presupuesto, con mis condiciones.  Lo que más me importaba es que no fuera un anexo.

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