Texto: David Ruiz
Yo si estaba en onda, pero luego cambiaron la onda. Ahora la onda que traigo no es onda.Y la onda de onda me parece muy mala onda. ¡Y te va a pasar a ti!
Yo si estaba en onda …
Hace poco volví a ver el capítulo de los Simpsons Homerpalooza, el cual me inspiró a escribir este artículo. Empecemos por el principio, como suele ser mejor en este tipo de relatos. Soy una persona nacida en México en los años 80. El año que conecté con la onda , fue el ya lejano 1994, gracias al cassette de Caifanes «El nervio del volcán». Por ello, en ese entonces decidí que yo quería verme como Saúl Hernández, ya saben pelo largo, tatuajes, desfachatado y rebelde, obviamente todo lo que un padre quiere para su hijo de 10 años.
Por medio de los caifanes empecé a acercarme el movimiento conocido como rock en tu idioma gestado a mediados de los 80 y del cual ya conocía algunas bandas que de manera continua se presentaban en programas de televisa. Para ser más exactos recuerdo mucho los programas de Paco Stanley donde pagando derecho de piso aceptaban que se pitorrearan de ellos.
En el año 98 ,siendo un adolescente de 14 años comencé a formarme una personalidad basada en mis héroes del rock de aquella época, lista en la cual ya se habían añadido muchos grupos extranjeros, principalmente pertenecientes al grunge, rock alternativo y al rock en español. Pantalones anchos, playeras holgadas y patinetas por doquier era la moda de aquellos días. Música contestataria de adolescentes enojados contra un sistema que no alcanzábamos a entender. RATM, con un claro discurso político tuvo una gran influencia en las bandas de la época. Había una percepción ilusoria de que se podía decir cualquier cosa sin ningún tipo de censura como en generaciones pasadas.
A finales de la década, hubo un programa que no sólo cambió mi vida si no la de muchas personas de mi generación :“Sónicamente” que se transmitía por canal 11 de televisión abierta y donde desfilaron casi todos los grupos de la época. Cabe mencionar que el Ska tomó un auge importante, y todos querían escuchar/tocar y bailar dicho género. Las tocadas masivas en C.U, Prepa popular fresno y otros espacios se volvieron parte de mi vida. Es en ese momento en el que decidí formar un grupo de rock con mis amigos, lo cual sin duda también fue un factor importante para estar en “onda”.
y por otro lado, los grupos de la llamada avanzada regia de Monterrey , habían tomado un protagonismo inusitado en todo el país. Los espacios, festivales y estaciones de radio comerciales estaban ahí para darle difusión a la música.
A la par , la música electrónica estaba tomando fuerza, gracias a festivales masivos conocidos como raves, cuyo ejemplo icónico fue el Love parade.
El internet como medio de comunicación masiva, seguía evolucionando plataformas como Myspace abrían un mundo de posibilidades para la intercomunicación y difusión de la música. Además, se lograron avances tecnológicos increíbles y los software de producción musical eran cada vez más accesibles. Ya no necesitabas ir a un estudio de grabación, podías hacerlo desde tu computadora, subir tu material a alguna plataforma y ser escuchado por una gran comunidad.
En el norte del continente el Nu metal mantenía su hegemonía , y empezaban a bombardearnos con punk melódico también conocido como happy punk, que posteriormente “evolucionaría” en bandas del movimiento conocido como emo. Dicha moda nos traería capítulos polémicos como la guerra entre emos y punks en la glorieta de insurgentes.
Pero luego cambiaron la onda…
A inicios del año 2000 llegó el Reggaetón, amado por muchos y odiado por otros tantos. Pero debo hablar desde mi lado de la cancha. Para mi, este género era una especie de rap con ritmos bailables, me hacían recordar a El general y su éxito Te ves buena.
Recuerdo haber tenido unos 20 años cuando la Gasolina de Daddy Yankee sonaba en todas partes, nunca me sentí identificado con el género, yo era rockero, tenía que mantener la pose(y la distancia, por supuesto).
Debo de reconocer que encontré muy buenos exponentes como Tego Calderóny en aquel entonces Calle 13 con atrévete.
La democratización del internet y la evolución de la web 2.0 hizo que la juventud perdiera la capacidad de asombro, todo es efímero y desechable. El tatuaje se convirtió en una moda masiva, hasta el punto en que las personas no tatuadas son los verdaderos “rebeldes”.
Pero no todo es «negativo», por así decirlo; se ha generado una consciencia colectiva. Hace poco un amigo muy querido lo definió como que la humanidad había regresado a un estado de adolescencia, donde constantemente estamos buscando que nos hace diferentes, ser únicos y detergentes. La sobre exposición de la información nos está obligando a destacar de los demás , la llegada de la web 3.0 está abriendo posibilidades como nunca antes. La televisión ha quedado en el pasado y estamos rodeados de personas llamados «influencers», de todos los temas y colores del arcoiris que haciendo uso de las diversas plataformas existentes difunden su contenido, generando así millones de seguidores.
El rock y el reggaetón siguen ahí, siendo este último el que reparte el pan en la juventud. Siguen habiendo muchísimos conciertos de rock con bandas que han envejecido en el escenario, hay bandas nuevas muy buenas, sólo que hay que rascarle. A mis casi 40 años entiendo perfectamente el poema de Ruben Darío que en un fragmento dice:
Juventud, divino tesoro,¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro
y a veces lloro sin querer.