En 1907 el químico de origen belga, Leo Hendrik Baekeland sintetizó, a partir de moléculas de fenol y formaldehído, el primer plástico termoestable de la historia. Cosa que revolucionó la industria química y cosa que seguramente a Carlos Velázquez le importa tres cominos. Porque el único plástico que verdaderamente capta su atención viene dobleteado y empacado en un par de tetas bien redondas. O de glúteos bien puestos dando vueltas en un tubo de table dance. Pero nonono de cualquiera.

Y es que Aprende A Amar El Plástico es cómo un mapa donde viene marcada la línea punteada. Al final de ella, una cruz donde se encuentra el tesoro de ver a todas esas chicas bailando bajo luces neón. Haciendo trucos que seguramente cualquiera artista del Cirque du Soleil envidiaría.

Carlos Velázquez es capaz de dejar plantada a su novia en pleno cumpleaños, por pasar noches enteras entre el plástico de la ilusión. Porque él ha aprendido a amarlo. Quizá por eso nos dice decepcionado que “Ojalá el amor durara tanto como un concierto de The Cure”.

Pero la cabeza no está tan triste cuando de “Conectar en Tepito” se trata. Ese es otro mapa que Carlos aprendió a leer y que ahora nos lo regala descifrado. Nos dice cómo entrar a las lúgubres vecindades dónde cada quien sabe su papel. Dónde cada uno tiene su lugar y nadie más puede ocuparlo. Imagino que este es otro plástico que ama: las mini bolsitas Ziploc esperando a ser abiertas en la bolsa de su pantalón.

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Aprende A Amar El Plástico, es lo que Carlos nos inyecta en cada línea que escribe: aprende a amarlo en tus VHS dobles, en tus Playmobil robados de la farmacia. Pero también en la tarjeta de crédito encontrada en la calle con unos miles de pesos qué bien servirán para agarrar la fiesta. En los amplificadores de tus bandas favoritas, en tus CDs. Y en pistas VIP de acrílico en forma de “U” sobre las que bailan teiboleras.

Sus crónicas nos cuentan con el mismo desenfado el amor que le tuvo a su playera blanca de Nirvana. O que no puede ver a una mujer sin tratar de “adivinar la forma de su pussy”.  Lo mismo le da hacernos saber que no se puede venir de pie o qué se le ha convertido en un hábito el perder vuelos.

Salta del privado con una güera a la casa de Walter White admirando los cielos de Albuquerque. Del Vive Latino al Corona Capital y del encuentro con Neeli Cherkovski, hasta llegar con Nacho Vargas. Todo salpicado de unas inesperadas frases de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, así cómo de menciones de su hija.

Aunque no es lo mismo unos Tupperware que un par de siliconas, pienso que si el químico belga y Carlos Velázquez hubieran tenido una charla sobre Aprende A Amar El Plástico, se hubieran caído bien inmediatamente.

Chassé:

*El “Hong Kong” uno de los Table Dance visitado por nuestro autor, es catalogado cómo uno de los mejores del mundo, se encuentra en Tijuana, B.C. Y está abierto las 24 h del día.

*En la portada de este libro, aparece una playera negra con el escudo de armas, emblema de The Ramones, logo diseñado por Arturo Vega, diseñador gráfico nacido en Chihuahua en 1947 y muerto en Nueva York en 2013.