Esta es mi experiencia personal con una mujer casada:
Todo comenzó en el trabajo. Cuando la vi por primera vez no le presté mucha atención, sin embargo me pareció linda. Era mi primer día en esa área de la institución en la que ya llevaba trabajando cinco años. Los primeros días como en cualquier lugar, te vas acostumbrando, sondeamos el territorio, así me enteré estaba casada esta chica a la que llamaremos Margot. Yo no buscaba una relación, menos con una mujer casada, pero sinceramente me cautivó con pequeños detalles, me llevaba una torta, un tamal, unos submarinos, qué se yo, era muy detallista, muy acomedida. Paulatinamente empezó a agradarme, era muy simpática, se reía de mis chistes, era muy carismática, con todos se llevaba bien, no hablaba mal de la gente y se esforzaba profesionalmente en su labor.
En una ocasión nos tocó salir juntos a otro municipio, a un pueblo lejano como equipo de capacitación para impartir temas sobre métodos anticonceptivos. Nos fue tan bien en el evento, que concluyendo tomamos algunos tragos con los compañeros. Fue un momento realmente especial, de conexión, cuando reparé nos estábamos besando y posteriormente nos encontrábamos en mi departamento haciendo el amor.
Sabía que me estaba arriesgando, porque un hombre traicionado como su esposo, es sumamente peligroso. De hecho las causas más comunes de homicidios, son venganzas resultado de una infidelidad. El esposo de Margot es un médico con buenos ingresos, con contactos, si se enteraba de lo nuestro, no se quedaría de brazos cruzados, como si nada hubiese pasado.
Sin embargo el enamoramiento es tan poderoso que opacó mi miedo y sentido común. Empezamos a vernos continuamente. Mucho ojo lectores, los hombres y mujeres en matrimonio que buscan una relación fuera de éste, la mayoría de ocasiones lo plantean como desagradable, destructivo, te dan la sensación que en cualquier momento acabará, sin embargo ese momento puede durar años, puede nunca acabarse. Yo me atoré en esa trampa.
Me agradaba salir con ella, jamás había tenido experiencias sexuales tan hermosas, estaba yo fascinado con su entrega y sus atenciones. Comencé a enamorarme, ya no sólo era atracción.
Fue maravilloso algunos meses, sin embargo poco a poco necesitaba más entrega por parte de ella, alguna garantía, un ultimátum, saber cuándo se divorciaría. Su respuesta jamás era algo concreto, sólo me plateaba su matrimonio como un cuento de terror. Llegó el momento donde definitivamente no me parecía que estuviese casada, anhelaba una relación seria con ella. A los 8 meses de ser amantes, tomó la gran decisión de huir, de emanciparse de su marido. Lo logró dos meses para luego regresar con él. No entendía, tanto amor que decía tenerme, tanto aprecio, tantas atenciones, estaba totalmente cegado por el enamoramiento, yo juraba ante Dios que era el amor de su vida, pero no era suficiente.
Después de lo anterior no fue lo mismo, perdí la confianza en la relación. Me molestaba amarla en secreto, a escondidas, no podía tomarla de la mano en la calle, a cierta hora no podía hablarle ni enviarle mensajes, tenía que fingir en el trabajo, quería gritar a los cuatro vientos que era mi novia y la amaba. Mantenía la llama de la esperanza prendida, porque prometía que pronto estaríamos juntos. Así transcurrieron tres años. Intenté en tres ocasiones terminar con ella, sin embargo me buscaba, me lloraba, me sensibilizaba y la esperanza volvía a nacer.
La tercera vez que terminé con ella, pasaron algunos meses y volvió a buscarme, me argumentó eficazmente como excelente vendedora y le compré su amor de nuevo. Pensaba, yo juraba que la tercera era la vencida. Emprendimos planes, a hablar de hijos, de donde viviríamos, qué haríamos, como viajaríamos en la vida juntos hasta llegar a viejos, podía tomarla de la mano, pude compartir en Facebook que tenía una relación con Margot. La presenté en mi casa, con familiares, amigos, la llevaba a todos lados, orgulloso de ella estaba, de nosotros, sentía era el hombre más afortunado, el más bendecido en el mundo, estaba agradecido con Dios por darme la oportunidad de amar y ser amado.
Al mes de vivir intensamente me envió un mensaje de voz, explicando que no continuaríamos, que la perdonara, que no podía seguir así, que lo más justo para todos es que regresara con su esposo, porque el pobrecito que la maltrataba, la humillaba, la engañaba en reiteradas ocasiones, se sentía mal por todo, y como ambos se acercaron mucho a Dios, tendrían un matrimonio feliz. Enseguida me bloqueo de Whatsapp, de Facebook, de Instagram, ya no le entraban llamadas. Han pasado ya dos años. Debería recordarla con odio, pero el recuerdo que tengo es la mejor experiencia que he tenido en mi vida, no tengo nada que reclamar, era una mujer hermosa en todas las áreas de su persona, me llenó de felicidad, me llenó de amor, me dio experiencias nuevas, aprendizajes, motivación, siempre guardaré un lugar en mi mente y corazón para ella. Bueno mejor no, que chingue bien y bonito a toda su pinche madre, y yo también por pendejo.
