Inalcanzables y distantes…
como estrellas, como reyes desde otro mundo.
Cada etapa dentro de la historia de la música tiende a levantar ídolos, en los cuales el mito de lo mediático y la leyenda de lo urbano se conjugan para engendrar y construir la imagen y eco de ese símbolo encarnado, capaz de trascender por distintas épocas, a través del imaginario colectivo.
De hecho, mas allá de una arraigada y marcada búsqueda de arquetipos y modelos, en cada generación persiste una incansable necesidad por encontrar un máximo y supremo ídolo. Una actividad de culto y adoración, cuya condición inherente en la naturaleza humana y la cultura desde tiempos inmemoriales, mantiene el poder para disolver la línea que separa lo mundano y lo ordinario… de lo sagrado. Elvis, Jim Morrison, B.B King, James Brown… son algunos de los nombres que se convirtieron en leyendas inmortales durante la segunda mitad del siglo pasado, a través del culto masivo y los ritos mediáticos.
Sobre esto mismo, hacia principios de los años noventa “El Rey Lagarto” Jim Morrison, retornó con la producción cinematográfica “The Doors”, dirigida por Oliver Stone, aumentando el culto a su mítica imagen y leyenda, para coronarse como el máximo ídolo a niveles trans generacionales.
Casi de la misma forma y varios años después, hacia nuestra actual época, la producción cinematográfica “Bohemian Rhapsody” (re)consagró a Freddie Mercury, vocalista de Queen, y protagonista del filme; como el último y máximo ídolo de las masas y las nuevas generaciones. Naturalmente, una vez que su reinado termine vendrá otra nueva leyenda para tomar su lugar y coronarse como el nuevo y supremo ídolo.
¿Pero, qué es realmente lo que entra en juego para consagrar a un determinado exponente, vivo o muerto, en calidad de ídolo supremo??
En realidad, tan sólo una mezcla de simples factores… la leyenda; y la propaganda mediática (o también llamada en nuestros días mercadotecnia). Una mezcla perfecta para detonar y posicionar la imagen y vida de un simple mortal sobre la máxima cima del imaginario colectivo.
Dentro de este entendido, Prince… una de las figuras más importantes durante la década del ochenta, no sólo posee innumerables ingredientes para consagrarse, en algún futuro como ícono supremo, sino que, al compararlo directamente con Freddie Mercury, resulta aún más visible la posibilidad de que sea el siguiente en la lista.
Freddie Mercury |
Prince |
Inglés. De origen parsi e indio. |
Norteamericano. De origen afroamericano. |
Considerado virtuoso en un aspecto vocal. |
Considerado virtuoso en un aspecto guitarrístico y multi instrumental. |
Compuso varios temas consagrados como “We Are The Champions”; “Somebody to Love”;“Bohemian Rhapsody”. |
Compuso incontables temas consagrados: “Purple Rain”; “Little Corvette”; “Rasberry Beret”; “Gona Crazy”; entre muchos… muchos más; algunos de los cuales, hasta el momento se desconoce son de su autoría, como es el caso de “Nothing Compares 2 U” y “Manic Monday”, por poner sólo dos ejemplos. |
Como uno de sus aspectos más notables, compuso y desarrolló el inmortal tema “Bohemian Rhapsody”, con seis secciones estructurales, y en varios tonos vocales diferentes, mezclando estilos de música como la ópera y el rock. |
Como uno de sus aspectos más notables y míticos, compuso y grabó su álbum debut “For You”, encerrado solo en un estudio, tocando más de veinte instrumentos y realizando 4 tonos distintos en la voz; mezclando estilos como el soul, el funk, el disco, el rock y el pop, y consiguiendo una altísima propuesta armónica para la época, con tan sólo 20 años de edad. |
Como sabemos bien que en nuestros días los hábitos de lectura disminuyen día con día, no discurriremos mucho en hablar sobre la vida y obra de Prince, limitándonos, exclusivamente a hablar sobre nuestro interés en cuestión.
Desde una perspectiva musical…
Prince es considerado un genio de la música… un prodigioso y excéntrico guitarrista, además de gran multi instrumentista. Probablemente uno de los últimos músicos afroamericanos más asombrosos, capaz de moverse con virtuosismo entre estilos como el funk, el soul, el blues, el jazz, el rock, lo experimental… y al mismo tiempo el pop como su mayor carta, apuesta… y catalizador. Autor de incontables composiciones, las cuales alcanzaron la cima de las listas de popularidad (hits) durante los años ochenta, Prince… permanece como uno de los autores más prolíficos de siglo 20… aunque un tanto desconocido para innumerables personas que tararean sus piezas sin conocer al verdadero creador.
Desde una perspectiva social…
Basta analizar el contexto actual para saber que con el pasar de los años cada generación estará más adentrada en los conductos de la ideología de género. Dentro de esta visión Prince se encontraba adelantado varias décadas, al menos en el campo escénico; su excesivo amaneramiento, así como su tendencia hacia lo andrógino, le otorgarán la piedra angular para que futuras generaciones de una época plástica, glamorosa y con fuerte inclinación hacia lo no binario* le consagren como el próximo gran ícono y dios de la música.
No obstante, aunque Prince gozó de gran éxito en su carrera durante los años ochenta, nunca tocó la cima máxima… permaneciendo, casi condenado por su propio nombre artístico… en calidad de “Príncipe” a la sombra de “El Rey y La Reina Del Pop”… Michael Jackson y MADONNA. De hecho, su trayectoria artística entró en declive al llegar la década del noventa, consumiéndose y extinguiendo su púrpura fulgor hacia mediados y finales de la misma.
Podemos deducir y suponer que Prince no llegó hasta donde su ambición real y aspiraciones máximas pretendían; sin embargo, también podemos decir, casi como predicción musical o, incluso, como una profecía, que en algún punto su imagen y legado púrpura lo harán… Tarde o temprano… el príncipe llegará a ser rey.
Y comenzará…“El Reinado Púrpura”.
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Desdibujando la línea entre lo mundano, lo ordinario y lo sagrado, el culto a los ídolos ha sido una actividad presente en distintos campos de la cultura, como una condición inherente a la naturaleza humana, desde tiempos inmemoriales.