Me agradó bastante esta miniserie realizada por el director sueco Jonas Akerlund, y protagonizada por el actor Bill Skarsgård

Al principio me abrumó tanta introducción, pero me gustó, me interesó, paulatinamente me fue atrapando. El anzuelo que me capturó, fue que la serie está basada en la vida criminal del hombre que originó el Síndrome de Estocolmo.

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Aunque al final dan una especie de mensaje, durante toda la serie hacen ver a este criminal llamado Clark Olofsson, como alguien simpático, alguien “cool”, como un rockstar que vive puros excesos, un rebelde carismático quién uno quisiera ser. Toma demasiado, viaja, roba bancos, tiene muchas novias y aventuras sexuales. Lo retratan como un antihéroe, sin embargo es un mentiroso empedernido, un mitómano, un sociópata, un manipulador, aprovechado, vividor y como muchos de su clase, es totalmente seductor y cautivador.

Llega el momento de la serie donde anhelas tener una vida tan llena de emociones intensas como Clark, porque es un alma libre, que hace lo quiere y no afecta a nadie. Pero no es así, dañó a varias personas, defraudó a muchos, finalmente él era el único que se importaba. Fue un padre irresponsable, tuvo hijos de los cuales no se hacía cargo, los abandonó, igual que a sus amigos y parejas.

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Acerca de la serie…

Me llama la atención a pesar de saber que es ficción (puesto que la serie menciona al inicio, que la historia está hecha con verdades y mentiras), que el sistema sueco es muy ligero, demasiado permisible. Después de cometer robos, a Clark solamente lo sentenciaban a penas de unos cuatro años, aparte le daban permisos para salir, por eso es que le llamaba hotel a la cárcel. Comprobé que los países nórdicos cuentan con el sistema penitenciario más amable . Por eso no le preocupaba en absoluto sus capturas, porque no iba a sufrir su encierro, de hecho le servía para planear más robos y vivir una vida de excesos. Me hubiera gustado que le quedaran ganas de seguir robando, saliendo de la penitenciaría de Santa Martha Acatitla, se hubiera puesto a llorar.

No hablan mucho, ni profundizan en el tema que atrapó mi atención: “El Síndrome de Estocolmo”. En una fracción de la serie pasan al psicólogo Jan Agrell diciendo algo interesante: “se creó un vínculo entre ellos; es evidente que los rehenes hallan una especie de seguridad en los ladrones del banco. Es entendible, porque ellos son los que tienen las armas. Por eso es ahí donde buscan la seguridad”.

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Sindrome de Estocolmo

El síndrome de Estocolmo es un término utilizado por primera vez en Suecia en 1973, por Nils Bejerot para describir un fenómeno paradójico de vinculación afectiva entre los rehenes y sus captores en el transcurso de un asalto a un banco en Estocolmo. A partir de este hecho, ha habido muchos intentos de interpretar, caracterizar y describir este término. Las aportaciones internacionales son variadas, existiendo por un lado autores que lo cuestionan, considerándolo como una conducta no generalizada ni generalizable, o quizá un mito, hasta autores que lo consideran como una valiosa aportación para la explicación de conductas y actitudes de víctimas hacia sus agresores.

En realidad la serie lo que resalta de este síndrome, es simplemente a una rehén que se enamora de Clark,  por que le dio consuelo y la trató como un caballero. No ahondan más en el tema. Pero finalmente es una serie para divertirse. La verdad muy bien hecha, me mantuvo siempre atento, no es para nada aburrida. Odio decirlo de nuevo, pero en ocasiones daban ganas de ser Clark Olofsson.